Estoy tan agradecida a Dios, que siento que necesitaba esto para recordarme que son más mis miedos que la pura realidad.
Este pez dio lugar a conocer a un paciente, creyente, colombiano y tener una corta y curiosa charla.
Mi pez nunca falla, siempre al que pregunta le hablo de por qué lo llevo y quién sabe lo que es, me sonríe con un "que Dios te bendiga"... Me encanta.
No sé cómo no lo tatúo en mi piel.
De camino a casa ha hecho un sol entrañable, que me ha regalado la oportunidad de sentarme en un banco, y hacer algo que no suelo hacer... Orar, observar, sentir el calor del sol, espantar palomas y también hablar con gente amable...
Y es que vivir es algo que se me estaba olvidando ya... O puede que sea que hoy, hoy se me alegró el día desde lejos... Quién sabe!!! Jaja
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