El que mira al viento...

“El que mira al viento, no siembra, y el que mira a las nubes, no cosecha. Así como no sabes por dónde va el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas. Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde siémbrala también, porque nunca se sabe qué va a resultar mejor, si la primera siembra o la segunda, o si las dos prosperarán.”

(Ecle. 11:4-11)

Hace tiempo, mientras conducía hasta mi casa, Dios me habló por el camino.  El camino es una carretera estrecha, donde a veces, cruzarte con otro vehículo puede ocasionar un momento de tensión.
Eso no quita la belleza de los campos de trigo, centeno y cebada que hay a ambos lados, y que cada día, si te fijas, el paisaje es distinto, distintos colores, y olores, distintos estado del campo, distinto cielo….
Pero me fijé en algo sorprendente esta temporada; había un campo de girasoles y otro de amapolas…y me dije: “¡Qué cantidad de pelis se podrían ver con todas esas pipas!…
Inmediatamente pensé: “Vaya, no se puede hacer nada con las amapolas, realmente no sirven para nada, solo para hacer bailarinas con su flor… no se comen, no tiene grano… no sirve para nada más que para hacer bonito y deleitar una temporada los ojos de una mujer..(porque a los tios en general no le van esos rollitos de las flores…)

Y Dios me hablaba acerca de esto:
Mi vida es un campo, donde se siembra semillas de todo tipo; estoy dividida en pequeñas parcelas, donde al finalizar el plazo de cada semilla, produzco algo.
Mucho, poco a nada… muy valioso o muy inútil…
Cada día siembras y cada día recoges… ES UN NO PARAR….lamentablemente en la vida real no hay descanso. Los medios de comunicación, los amigos, la música, la familia, la sociedad con sus valores y modas, lo que lees, lo que ves, lo que escuchas, lo que sigues, y a quién sigues… todo eso y más, está sembrando en tu vida.

Y nada de eso está en un tiempo de barbecho, no hay descanso, es más, si no se siembra en alguna área de tu vida, el resultado es NADA… a veces, sólo servimos para hacer bonito, pero no hay fruto, ni ganancia.
Por eso, es tan importante cuidar tu vida, tu campo, porque no se puede pedir peras al Olmo, como bien dice el refrán.
Si plantaste un Olmo sólo obtendrás sámaras, pero no peras. Y si querías peras, entonces te equivocaste al plantar… un peral hubiera sido lo suyo, no?

Tú puedes decidir qué quieres obtener en tu vida. Puede que lo que siembres se eche a perder por el temporal, por las aves, o porque sembraste fuera del tiempo indicado, pero voy a abrirte los ojos a algo, atent@:
“LAS SEMILLAS NO MUTAN”


No vale eso de “ yo creía que al final resultaría en otra cosa…” o “yo pensé que no acabaría así…” … siembra bien, para cosechar bien. Analiza tus influencias, las personas que están a tu alrededor, lo que escuchas y ves en la televisión, o en el ordenador… las letras de las canciones que oyes, lo que está alimentando tu vida.
“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”. (1 Corintios 10:23)

Pasa más tiempo con las cosas que te bendice. No todo es malo, pero aprende qué es lo que realmente es mejor para recoger mañana en tu vida algo grande que honre a Dios.

Ah, otra cosa:
“MAÑANA” no está lejos; mañana es mañana, recuerda que el tiempo de Dios no es como el nuestro, y que hay decisiones de ahora, con consecuencias para media hora después… You understand me?..OK.

Esta semana, mira bien cómo siembras en tu vida. No permitas que nada arruine tu campo, y si así fuera, y algo se tuerce, remóntate. Saca la semilla y vuelve a plantar, mejor es arrancar, que dejar crecer y recoger un mal fruto.
Haz un balance de los valores, compañías, actitudes, prácticas e incluso sueños que son portadores de MAL FRUTO, de mala cosecha… reconoce la crónica de una muerte anunciada… y aplícate a ti mismo corrección, rectifica. Por en la balanza y sopesa las cosas. Merece la pena “perder” tiempo en esto, para luego ganarlo.

¡Que usted lo siembre bien, buena semana!

“No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha”
(Gál. 6:7)