Cuando digo “no puedo” Él entra en escena inmediatamente. Se pone a mi lado, se tumba en el suelo, y me ayuda a poner las piezas dispersas de mi problema en el justo lugar donde van. Disfruto esos momentos de sublime comunión donde mi Padre me ayuda sin reparos, nunca a regañadientes, sino con tierna cooperatividad divina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario