"Entren por sus puertas con acción de gracias; vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre. Pues el Señor es bueno. Su amor inagotable permanece para siempre, y su fidelidad continúa de generación en generación."
(Salmos 100:4-5 NTV)
(Salmos 100:4-5 NTV)
»¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.
(Apocalipsis 3:20 NTV)
(Apocalipsis 3:20 NTV)
Soy una friki de centrarme en las cosas que me llaman la atención, es más de ver cosas que no están. Me explico. Esto es lo que parpadea cuando leí este texto. Vi la palabra PUERTAS, e inmediatamente me vino a la mente el versículo de Apocalipsis 3:20, "He aquí, yo estoy a la PUERTA y LLAMO, si alguno oye mi voz...." Me di cuenta que Dios está a mis puertas cada día y pide PERMISO para entrar, para tener intimidad y cenar conmigo, para estrechar lazos, para todas esas confianzas y confidencialidades que surgen en una mesa, en una comida entre amigos, con ese "estoy tan a gusto que no quiero irme". Dios está a MIS PUERTAS cada día. Pero, en el este salmo, vi una diferencia: “Entrad por SUS PUERTAS, Y Él NO ME PIDE QUE LLAME... Es un Dios cercano, confiable, de puertas abiertas, de acceso rápido, de misericordia infinita, de amor que fluye por generaciones. David sabía lo que había en Su presencia, por ello siempre daba alabanza a Dios, gratitud a Su Nombre, canción y adoración continua. En Su presencia hay plenitud de gozo, herencias y legados, visión, renovación, perdón y fuerzas. ¡¡¡Y todo SIN LLAMAR.
Hoy: Entra por SUS PUERTAS y dale gracias, Su presencia es tu casa.
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