“—Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano.” (Mateo 8:8)
“El poder corrompe”, observó Lord Acton. Incluso los empleados y funcionarios municipales de menor categoría disfrutan su insignificante capacidad para hacer que la gente espere, para seguir sus rutinas y procedimientos oficiales. Parece que disfrutan de la facultad de emitir sus convocatorias y citaciones y cobrar las multas.
Igualmente malo es el sentido de privilegio que se encuentra en todas partes. Las gentes piensan que el mundo les debe la vida, y también creen que Dios les debe una vida mejor.
Una vez se acercó a Jesús un oficial del ejército para interceder ante él por un valioso miembro de su personal que estaba sufriendo mucho y había quedado paralizado. Pero aunque el oficial estaba acostumbrado a dar órdenes, llegó sin arrogancia y sin exigencias de energía o tiempo de Jesús. “El capitán contestó: —Señor, yo no merezco que entres en mi casa; solamente da la orden, y mi criado quedará sano” (Mateo 8:8).
Me encanta el espíritu humilde de este hombre, y me encanta su confianza total en la bondad y el poder de Jesús. Cuando oro al Señor, así es como quiero que suene. ¿Puede su vida de oración utilizar parte de esta terapia de humildad? (Ouchhhh.... 😖)
Héroes. Devocion de tiempo de gracia. Pastor Jeske.
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