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viernes, 13 de febrero de 2015

Mirarse al espejo, es enfrentarse a uno mismo, y decidir en ese instante, si quieres vencer o dejarte vencer.

El viejo hombre, el Espíritu, la Palabra y el espejo.

"Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace". (Santiago 1:22-25)

Bienaventurado aquel que su viejo hombre no aparece reflejado en el espejo con demasiada nitidez.... 
O te vence, o le vences, pero posponer decisiones frente a él, es haberte dejado ganar. 


Hay muchas formas de mirarte al espejo. Toda persona acaba por aprender a mirarse de un par de modos. El más común: para mirar el exterior. Y no, tampoco es fácil. A veces te enfrentas con el tiempo, con tu inconformidad y los cambios, y tienes que aprender a quererte, y a tomar decisiones para cambiar lo que se ve. Puedes caer en el otro extremo de adorarte tanto a ti mismo, que pierdas el norte y tu exterior sea tan venerado, que sólo vivas para ponerte flores en el pelo... Aun así, hay que mirarse y decidir.
Y para mirar en tu interior.
A veces lo que ves te hace sentir satisfecho aunque no te gustes por fuera. Y a veces, pasa lo contrario. La hermosura no lo hace todo, y lo que ves dentro te hace odiarte... A veces es un simple tira y afloja.

A veces te miras y te cuesta mirarte a los ojos, tus pensamientos estorban, tus propuestas te asustan y tus reacciones te quitan La Paz. Se despierta esa bestia dormida que habita en tu interior, y cuando sale a la superficie, por un momento da rienda suelta a su furia zarandeando tu reposo y el de la humanidad que te rodea.
También aprendí, que "viejos hombres" convocan a otros "viejos hombres"... Y no hay que ir por la vida levantando muertos, o dando citaciones; no sé si me hago entender... 

Ese viejo hombre al que creías tener sujeto y dominado, arranca su grito más desgarrador, pronunciando sus derechos, a modo de imperativas órdenes.
Es su característico canto de libertad, no canta bien, la mayoría de veces, es su insistencia ronca la que te desespera y flaqueas, permitiendo que encuentre espacio en tus opciones.... Si mete la cabeza, entonces, eres hombre perdido. 

Lo domina todo por un instante. Y se hace protagonista del momento, y no lo hace como invitado, él sabe que su reinado fue arrebatado, y cuando entra, lo hace reclamando todo a su paso, y es como un huracán devastador.
Sus palabras autoritarias, sus caprichos, sus derechos desmedidos, sus razonamientos seductores, sus pataletas de malcriado... Es un tipo sin escrúpulos y que no atiende a más órdenes que las que él da.
El viejo hombre no se deja transformar. Escucha, pero no atiende a sabiduría, es oidor, pero no hacedor...

Lucha contra el Espíritu transformador, por derribar cada decisión, cada cambio, cada avance, cada revelación, y lo hace sin escrúpulos. Es como un fuego arrasador que transforma a su paso la vida en muerte, la verdad en mentira, lo real en ilusorio y lo relevante en superficial... Te desvía la mirada de lo eterno y te da visión de lo inmediato... Enfrentarse y no dejarse vencer es sólo para quién se atreve a maniobrar con elementos de alto voltaje, es decir, para valientes.

Uno no es más que el resultado de la lucha entre ambos, y cuando te miras en el espejo, uno sabe a quién ve.

Sólo Su Espíritu es capaz de dominar la bestia, y sólo Su Palabra esta capacitada para transformar y corregir desastres de este calibre.
Pero acercarse a ella como espectador es la tarea hecha más rápida y menos costosa. Puede que te rodees 24h de ella, que si no la retienes y la guardas, aunque la enseñes, es un esfuerzo ineficaz y nulo.

Ella transforma de dentro a fuera, redarguye, corrige, instruye, quebranta, y si al menos no erradica el problema, por lo menos te calla.

Tú, que lees, puedes hacer lo que quieras, pero yo me digo a mí misma: "Vuelve a mirarte, y contesta a tu inconformidad; echa un vistazo real a lo que eres y no a la que te inventaste, por favor"- Porque siempre hay esperanza para el que se atreve a mirar con un corazón dispuesto ha tener que hacer cambios. 

¿Te gusta lo ves? 

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2 Timoteo 3:16-17)


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