"Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque El tiene cuidado de vosotros." (1 Pedro 5:6-7)
Este pasaje nos enseña que humillarnos es no preocuparnos. Una persona que se preocupa todavía piensa que de alguna manera puede resolver su propio problema.
La preocupación tiene la mente "corriendo en círculos" tratando de encontrar una solución a su situación. El hombre orgulloso está lleno de sí mismo, mientras que el hombre humilde está lleno de Dios.
El hombre orgulloso se preocupa; el humilde, espera.
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