La vida no es eterna. La vida después de la muerte, sí. Y Priscila lo sabía muy bien. Por eso vivió plenamente sus días poniendo su mirada en el Eterno y en lo eterno. Mujer que recibió de gracia y dio de gracia. Silenciosa y con una sensibilidad excelente en sus talentos. Amante y conocedora de su Señor, con quién se ha reunido al final de su carrera.
Hoy, los que hemos sido parte de su vida e historia, la despedimos, con un "hasta luego"
Ella cierra su libro físico, mas los que hemos ido leyendo sus páginas, estamos agradecidos al Señor por tanta bendición recibida a través de la vida de esta mujer de fe, mujer de Dios. Vida que impacta vidas.
Te despedimos entre violines y el sonido de unas teclas de piano, música de trasfondo excepcional y arte que tú nos regalaste y que contigo aprendimos, música llena de esperanza, porque sabemos hacia dónde vamos.
Te abrazo el alma, que es lo único que permanecerá caliente. ¡¡Gracias por tanto!!
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