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domingo, 19 de octubre de 2014

¡Eso requirió fe!


Pedro cometió un error; dedicó mucho tiempo a observar la tormenta. Se asustó. La duda y la incredulidad lo abrumaron, y comenzó a hundirse. Clamó a Jesús para que lo salvara, y Él lo hizo.  Pero observa que la tormenta cesó en cuanto Pedro regresó a la barca.

¿Recuerdas en Romanos 4:18-21 donde Abraham no vaciló cuando consideró sus condiciones imposibles? Abraham conocía sus condiciones, pero a diferencia de Pedro, sus circunstancias no parecían impedir su fe.

Cuando la tormenta llega a tu vida, clava los talones, endurece tu rostro como una piedra y ¡toma la determinación de permanecer fuera de la barca! Podemos decir: "Sal y quédate allí. Muy a menudo la tormenta cesa en cuanto te das por vencido y retrocedes a lo que tú crees es un lugar seguro".

El diablo provoca tormentas en tu vida para intimidarte.
Durante una tormenta, recuerda que la mente es el campo de batalla. No tomes decisiones basadas en tus pensamientos o sentimientos, sino comprueba primero con tu espíritu. Cuando lo hagas, encontrarás la misma visión que estaba allí al principio.

¡NO SE PERMITEN VAClLAClONES! 

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