“Semillas de mala raza”

El hombre que planta trigo espera que su cosecha alimente a los suyos tanto como el que cría rosas anhela que en un futuro su dulce carmesí enamore alguna bella mujer.

Muy en cambio las guerras tienen dos tipos de siembras: los hombres y las minas de muerte acechante. La cosecha de la primera son lápidas que crecen de un solo golpe para no crecer jamás, y para que quizás, todas sus flores se limiten al plástico de artificios y rosarios a los que ya sólo rezan los vivos. La cosecha de la segunda son los caminos verticales de alambrados, como si las semillas de ese metal argentino pudieran dividir las islas germinando las púas de metal inglés. Sus flores son carteles de muerte, amenazas silenciosas que guardan el paso del desprevenido recordándole que lo que llevan enterrado es un hambre ávida y siniestra, de que él también se vuelva parte de la ronda de la siembra y la cosecha.

Y es que a fin de cuentas los frutos de la guerra son el rencor y la venganza latente entre personas desconocidas cuyos líderes han mandado sean enemigos, y esos campos no son más es el recuerdo de ese odio, esperando florecer.

- Jacques Pierre