Nuestra rutina diaria de existencia, nuestros cuerpos y emociones, nuestras debilidades y tentaciones privadas, nuestras inquietudes internas de todo tipo: estas cuestiones son las que nos preocupan por encima de todas las cosas. Estas son las preocupaciones que con mayor frecuencia nos roban el gozo.
Por lo tanto, al deshacerte de tus cargas, lo primero que debes soltar es el yo. Debes entregar por completo tu persona y todas tus inquietudes a la atención y el cuidado de Dios, y dejarlas allí. Él te hizo; por consiguiente, sin duda, te entiende y sabe cómo lidiar contigo, solo hace falta que confíes que Él lo hará. " (Catherine Jackson)
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