»No olvides que el cocodrilo tiene patas muy fuertes una piel impenetrable, y un cuerpo enorme que nadie puede dominar. No hay quien se atreva a abrirle el enorme hocico para ver sus filosos colmillos. Su cuerpo está cubierto con hileras de pequeños escudos, que ni el aire dejan pasar. Cuando el cocodrilo resopla, sus ojos brillan más que el rayo y que el sol del nuevo día; de su hocico salen chispas de lumbre y llamas de fuego; lanza humo por la nariz y fuego por la boca; ¡parece una olla puesta al fuego! ¡Un soplo suyo enciende la leña! Es tan fuerte su cuello que sólo de verlo da miedo; la piel más blanda de su cuerpo es impenetrable; su pecho es firme como roca y duro como piedra de molino. Cuando el cocodrilo se sacude, hasta los más poderosos tiemblan y echan a correr. No hay arma capaz de herirlo, pues rompe el hierro como paja, y el bronce como madera podrida; las flechas no lo penetran, y las piedras de las hondas tan sólo le hacen cosquillas; golpearlo con un martillo es como golpearlo con una pluma. Cuando se arrastra por el lodo, abre surcos como el arado; cuando se lanza al fondo del lago, el agua parece una olla hirviendo, y a su paso va dejando una estela blanca y brillante. El cocodrilo a nadie le teme, y no hay animal que se le parezca. Desprecia a los poderosos, pues es el rey de los monstruos». (Job 41:1-34 TLA)
¿Te gusta el guardián de mi castillo?... ...ツ
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